Alonso García Bravo nace en la localidad pacense de Ribera del Fresno, a finales del siglo XV. Se alistó en la expedición de Pedrarias Dávila en 1513 para la conquista de Tierra Firme. Poco después se embarca en otra expedición al mando del capitán Diego Camargo, uno de los lugartenientes de Francisco de Garay.
Como el resto de los conquistadores, Alonso García Bravo tenía algo de aventurero y buscador de fortunas. Pero a diferencia de otros españoles que ávidos de riqueza se unieron a las expediciones al interior del continente Americano, García Bravo poseía una cualidad que lo hacía diferente de sus compañeros: por sus conocimientos en geometría y cálculo se convirtió en el alarife --maestro de obras-- de la expedición de Hernán Cortés.
Con la conquista del Pánuco en 1518 tuvo su bautizo de fuego construyendo en la región un solido parapeto que sirvió de protección a los españoles. Cortés lo lleva a México para encargarle la primera traza de la que sería la capital de la Nueva España. En ella se conservarían las tres calzadas prehispánicas: Iztapalapa, Tlacopan y Tepeyac.
Por su parte, García Bravo aprovechó la existencia de la enorme plaza rodeada de templos para, una vez destruidos éstos y reutilizar muchos de sus materiales, dar inicio a la construcción de las edificaciones representativas de la nueva cultura: un palacio de gobierno, una catedral y los portales de mercaderes.
Cada una de las bellas construcciones que aún hoy rodean la plaza tiene su propia historia. A la plaza misma, por formar parte del nuevo centro del poder político, económico, social y religioso colonial, se le otorgó el nombre de Plaza Mayor.